sábado, 7 de febrero de 2009

Carta a Marcel Granier




Claro que esta carta usted no la leerá jamás, pero no por eso deja de ser toda una experiencia escribirle a una figura política de “su talla”. Tragué grueso para comenzar a escribirla, ¿sabe? Y tragué grueso porque una carta al fin y al cabo es un encuentro, una cita entre el presente de quien la escribe y el futuro de quien la lee. Una cita a destiempo, pero cita al fin, y como tal algo personal. Y eso me incomoda, la verdad, porque yo estoy lejos de querer algo personal entre usted y yo, Dios me libre. Sin embargo, a la hora de la solidaridad humana, las circunstancias obligan y al grano. Con atención leí las declaraciones que usted dio en base a lo que dijo el ciudadano Valentín Santana, máximo líder del grupo de trabajo La Piedrita. Yo, como suelen encabezarse las constancias personales, a este ciudadano (lamentablemente) no lo conozco ni de vista, ni de trato ni de comunicación. Pero a usted sí. ¿Quién no lo conoce en este país? ¿Quién no sabe que es usted el presidente de las empresas 1BC, o como dice la elocuencia popular, el candidato presidencial de esa tolda política? ¿Quién no lo vio en su “Primer Plano” discutiendo sobre los principales problemas del país por allá en los años 80 y 90? ¿Quién no lo recuerda echando carreritas cuando el golpe resultó mofa, circo y pena ajena ? Expresa usted en su comunicado que espera, con mucha razón, ni más faltaba, que “la Fiscalía, el Ministro de Relaciones Interiores y los órganos policiales responsables de detener, llevar a juicio y condenar a esta persona, (Valentín Santana) actúen de inmediato para evitar que siga la impunidad y que este ciudadano, que ha confesado sus crímenes, y la intención de ejecutar otros, cumpla con sus amenazas”




Nada más y nada menos. Usted quiere justicia, usted quiere que a ese “malandro” que amenaza su tranquilidad y la de los suyos lo metan preso.



Usted debe estar más que asustado, usted debe estar c&$%&o, porque es que uno le ve la cara a ese “bicho” y no le queda ninguna duda de que a la menor oportunidad, te quiebro Marcelito. Te quiebro. De un tipo de esa “calaña” que tiene la “desfachatez” (otros lo llaman valentía, fíjese) de confesar pública y notoriamente sus “crímenes”, que deja sus señas particulares, lugar donde trabaja, número de cédula, teléfono y domicilio, de un tipo así, se puede esperar cualquier cosa, desde una bomba lacrimógena hasta un cuchillo enterrado en la garganta. De modo, Dr. Granier, que yo me hago solidaria de su pánico, yo comprendo y comparto su chorriada y la ascensión se sus testículos, pero como es de cobardía de lo que estamos hablando, vale decir, en virtud de que a usted nunca le ha dado por confesar sus culpas ni en la tranquila paz de un confesionario a modo de aliviar la conciencia, en caso de que usted la tuviese, ni mucho menos de manera pública como sí hizo el ciudadano Santana; en virtud de que usted no se ha puesto ni se pondrá jamás a la orden de ninguna Fiscalía, en virtud de ello, Dr. Granier, yo siendo usted, dejara las cosas como están. Yo me quedara tranquilito y me hiciera el loco y aplaudo, porque si a esa cuerda de inútiles que son la Fiscal, el Ministro El Aissame y los órganos policiales actúan de inmediato, legítima aspiración de todos, usted puede resultar muy mal parado. Muy mal parado. Nada de bombas lacrimógenas, ni susticos que le suban la presión a sus arterias. Estamos hablando de allanamiento, de contra la pared y dónde está tu cédula, de “tiene derecho a permanecer callado...” y de búscate un buen abogado porque estás detenido, detenidísimo. Por si no está consciente del asunto, permítame decirle, doctor, que usted y sus empresas también se sostienen gracias a ese estado de impunidad en que vivimos los venezolanos desde hace por lo menos unos 50 años, que si usted todavía puede decir obscenidades y sandeces, públicamente y sin que le dé pena, es exactamente porque vive en un país caracterizado por un estado general de ilegalidad, donde los únicos que están presos son los bolsas.
Así que en estos casos, “doctorcito” el código de la cobardía es claro y preciso: quédese como en la foto y deje quieto al que está quieto, porque cuando uno lo que tiene por rabo son veinte kilómetros de paja, lo que le queda es huir hasta de un fósforo mojado, no vaya y sea que con este solazo se prenda.
De todos modos, y no tanto por aliviar su indignación, sino para drenar mi arrechera, me permito comunicarle que el Presidente de alguna forma ya castigó los crímenes perpetrados en su contra por esa banda de “desadaptados” Y créame, para un revolucionario convencido, esto es más doloroso que cualquier estadía en la cárcel: las rechazó categóricamente calificándolas como “TÁCTICAS ERRADAS” O sea, casi que nos dijo que aquellos que entraron a cañonazo limpio en Miraflores la madrugada del 4 de febrero del 92, utilizaron “tácticas erradas”.
Si eso le sirve de consuelo, consuélese pues.
Porque a mí no me sirve. Yo desde ese día me estoy preguntando, ¿dónde habré vivido toda esta década? ¿Qué parte de la Revolución fue la que me perdí?




Sin más por el momento …

1 comentario:

More dijo...

Beatriz:
Estas son las cosas de Chávez con las que no estoy de acuerdo.
¡Qué ganas de joder!
Con respecto al enlace que me envías, pues la verdad no sé si Valentín Santana es la mano derecha de Chávez, a mi siempre me pareció que era Diosdado,pero bueno el señor que escribe el post debe saber más que yo.
Tampoco creo que Chávez lo hizo para recuperar la popularidad perdida,porque ese carajo habrá perdido cualquier cosa menos la popularidad.