jueves, 11 de febrero de 2010

¿QUIÉN LE DIJO PUTA A FULVIA?

Nunca comprendí las razones por las cuales Berlisa, mi tía putativa, madre de mis primas y compañeras de infancia, resistió la tortura de vivir tanto tiempo con su esposo, un individuo alcohólico que cuando se emborrachaba le daba por vociferar los más graves insultos y levantar las más insólitas calumnias a sus vecinos, su familia, y sus hijos. Cuando el novio de mi prima Elsi rompió con ella, su tristeza fue tal que dejó prácticamente de comer y adelgazó muchísimo, tanto que todos temíamos por su vida. Recuerdo que su padre en una de sus borrachas llegó a decir que era que ella se había practicado un aborto y que había enterrado el feto en el patio y el remordimiento no la dejaba vivir.
Para decir cosas así de tu propia hija o de alguien más a quien se supone que tú quieres, tú tienes que ser un miserable del más alto calibre y de un amargo biliar, como en efecto era Gerardo aún estando sobrio.
En algunas ocasiones, cuando todos se reunían en su casa para jugar dominó y escuchar música, y los amigos de mis cuatro primas llevaban sus guitarras para cantar, me quedaba mirándolo porque en el punto en que su borrachera tocaba el clímax, en el que su palabra era un murmullo ininteligible, y resultaba lastimoso verlo, de golpe una fuerza le hacía preguntar con voz clara y diáfana: ¿Quién le dijo puta a Fulvia? A veces me halaba por un brazo y la pregunta me la hacía a mí que era sólo una niña y entonces yo le veía la cara a Berlisa que apenada me decía con la cabeza: no le hagas caso que está borracho.
Un buen día, ya adolescente, le pregunté a ella, porqué no lo había dejado, porqué había permitido tantos años de humillación, de irrespeto, de calumnias. Y me respondió con resignación: bueno, hija, porque uno cree que algún día la gente cambia y porque al final de cuentas Gerardo es quien le da a mis hijos de comer. Él es un pobre borracho que lo que da es lástima: ni siquiera recuerda lo que dice cuando está borracho. Entonces le pregunté por Fulvia y me explicó: esa fue una novia que tuvo antes de conocerme a mi y un día allá en Yaritagua, alguien dijo y se corrió la voz que Fulvia era una puta y a él cuando se emborracha le da por preguntarse quién fue para ir a darle unos golpes, como si en ese estado pudiera dar o resistir un coñazo. ¿Pero usted no teme que un buen día cumpla la promesa de agredir físicamente a los muchachos… o a usted?, le pregunté. No, ese es un cobarde, un buchipluma. De haber encontrado a quien “ofendió a Fulvia jamás le hubiera ido a dar unos coñazos, porque Gerardo es un pobre cobarde. Bueno, le dije yo, en realidad si por coñazos es… si por coñazos es, a usted y a sus hijos les ha dado bastante, pero en fin…
Es verdad que muchas veces ella respondió "bravíamente" a sus insultos estando él en sus cabales o borracho. Es verdad que en honor a la justicia, más de una vez ollas volaron por aquella casa buscando la humanidad de Gerardo. También es cierto que fuimos testigos de otros gestos menos escandalosos, pero con igual objetivo. Por ejemplo yo recuerdo una tarde en que llegó él del trabajo, tirando puertas y pegando gritos diciendo que sus hijos eran unos malandros, unos inútiles y que ella era su alcahueta. Puedo ver el instante en que ella suspiró profundo, separó sus ojos de la ropa que estaba lavando y por encima de sus lentes,  con  lo mró con desprecio y le dijo en el suave y perfecto tono de su voz: Si quieres te llevas la gallina, Gerardo. Pero deja el huevo.
Claro que yo no entendí qué hacía una pobre gallina o sus huevos en medio de tanta tensión, pero para qué iba a preguntar. Cualquier cosa que ella dijera  mirándolo así debía tener ese mismo significado.
Cada vez que oigo a la Oposición de este país, yo me acuerdo de Gerardo. Un monstruo borracho y fuera de sí mismo, una bestia embriagada por su propio veneno, que como no le cabe en el cuerpo lo vierte sobre nosotros. La Oposición, así como Gerardo, un pobre ser, consumido por su odio y su amargura, murmurando su fracaso, su impotencia, su resentimiento porque ahora sabe quién le dijo puta a Fulvia, o lo que es decir, quién mancilló su dignidad de clase, quién ofendió su amor propio al pretender quitarle sus privilegios. La Oposición tan cobarde como Gerardo, cobardes, que no aguantan un coñazo pero cómo son de ingeniosos para darlos ellos, cómo no se les arruga el corazón para arremeter contra el indefenso.
Ojalá que el Gobierno no esté como Berlisa, pensando a estas alturas que hay posibilidad de que esta gente cambie.
Ojalá que el Gobierno pueda ver finalmente que la Oposción son una cuerda de infelices contra quienes el propio esfuerzo de diseñar un plan de lucha es una completa pérdida de tiempo.
Ojalá el Gobierno un día se arme de valor y hasta de pronto en humildes pero sentidos versos de asonante rima, le diga a la Oposición lo que a Gerardo, Berlisa no pudo decirle un día:

Mijito, ni un día más.
Aquí ya cayó la gotica que faltaba para que lo que se tenía que derramar se derramara.
Ya no te necesitamos más, ni tu odio ni tus insultos, ni tus pataletas
Aquí o eres tú o soy yo y los míos. Y yo elijo por mí y los míos.
De modo que agarra tus cosas y te vas.
De mi casa, de mi barrio, lárgate de mi ciudad.
Tú sobras en esta vida.
En esta vida, tú y tu Fulvia están de más.





2 comentarios:

Marta Amelia León dijo...

que brillante eres mi comadre!!!!! que brillante! mejor no lo podias expresar

More dijo...

Hermana y amiga, gracias por visitarme!!