
Al Ministerio de Educación le dio por supervisar, por pasar revista como en los cuarteles a ver quién se está portando bien, quién tiene la planificación del lapso completa y está utilizando los verbos adecuados a la hora de redactar los objetivos. No fueron a ver si los muchachos están aburridos de tanta cátedra y hartos de tanto número. No fueron a constatar que a ellos les importa muy poco si Piar se murió en La Grita de un calambre o un rayo le cayó encima. No. Fueron a ver si tanta cátedra y tanto número corresponde al objetivo que el profesor está dando y que debe estar escrito en la planificación. En estos menesteres andan, con cara de pocos amigos y amenazando subliminalmente a los colegas con que, si no les gusta, pueden dejar el cargo que bastante gente graduada en las Misiones está en lista de espera para darle su puesto. Así anda la revolución bonita. Están de supervisión, buscando credenciales, chequeando actitudes “pro activas”; buscando gente comprometida con el proceso educativo revolucionario aunque nadie sepa con qué se come eso. Y como la oferta es que quien cumpla tendrá su credencial como titular del cargo, todo lo que encuentren sirve para amedrentar. Por ello, al principio dijeron que la credencial de 3oo horas, del curso buenísimo que mucha gente hizo en julio y agosto pasado, sacrificando sus vacaciones, valdría 40 puntos del total de 100. ¡Cuarenta puntos! Pero luego entraron “en razón” y dijeron que con este criterio se perjudicaría a otro gran número de personas que no pudimos o no quisimos hacerlo: las vacaciones, en mi caso, son sagradas. Igual el fulano curso fue una pérdida de tiempo pues nunca se implementaron los programas, y eso por una razón: ni ellos mismos sabían lo que estaban haciendo, ni cómo o por dónde comenzar, ni de qué se trataba el asunto ese del nuevo curriculu. Nuestro sistema educativo en general sigue en las mismas condiciones: profesores y maestros impartiendo conocimientos inútiles, para que se memoricen cosas inútiles, se gradúen bachilleres inútiles, estudien carreras inútiles y se inserten adecuadamente en una sociedad que necesita de inútiles que encajen perfectamente, produzcan mucho y hagan más rico al rico y más pobre al pobre. Y de paso garanticemos una Democracia cuyo mayor logro sigue siendo la buenísima oportunidad de votar cada 7 años por otra parranda de inútiles.
No señores, revolucionarios no pueden ser estos con caras de derrière que llegan a supervisar, en primer lugar porque no tienen una súper visión, sino la misma visión de siempre, y en segundo lugar porque lo que existe no es susceptible a supervisión. Si acaso a cierre. Lo que tiene el Estado que supervisar no es al compañero que tiene un sueldo irrisorio con el que medio mantiene su familia, amargándole la vida por el fin de semana porque corre peligro de que los eruditos revolucionarios no lo aprueben el lunes cuando lleguen con sus maletines y saquen los formularios y hagan gestos de general amargado y sabihondo , estilo Jack Nicholson en “Cuestión de honor” Lo que tiene el Estado, este Estado revolucionario, que supervisar, y más que eso, reformar y reformular en serio es un Sistema Educativo obsoleto y cretino, destinado a cercenar el corazón y el cerebro de unas criaturas con potencialidades superiores a cualquiera de esos supervisores malhablados y ridículos.
Cuando los veo llegar me da hasta vergüenza con mis alumnos porque encima de que los estamos estafando, tenemos gente capaz de garantizar que la estafa tenga organización y visos de empresa ordenada. Mi amigo Richard Requena, profesor de matemática y cristiano de paso, se fue a su casa mortificado porque la evaluadora detectó ciertas fallas en su metodología, además de la falta de algunos recaudos (no tenía al día la inasistencia de los muchachos) La compatriota en cuestión, duró dos horas con él, en lo que parecía más bien una corte marcial.
Se me partió el corazón de sólo imaginar a mi colega pidiéndole a Dios por su futuro. ¿Hay derecho? ¿Hay derecho de que una persona noble esté angustiada por sus “fallas” en un país donde Diosdado Cabello ha ocupado ya 7 cargos, en los cuales ha fallado? Porque, si la Supervisora quiere hablar del “deber ser” del profesor Richard o de cualquier otro, tendría que hablarnos también, por ejemplo, del “deber ser” del ciudadano Cabello. Si vamos a hablar de los logros de mi compañero como docente, tendríamos que enumerar los del camarada Diosdado. Y díganme ustedes cuáles son sus logros, háblenme de los éxitos de su gestión, díganme qué es lo que tengo que celebrarle a él; explíquenme porque mi amigo tiene que sentirse amenazado y sentir amenazado su futuro y el de sus hijos y Diosdado camina de lo más feliz por las calles de este mundo.Y vuelvo y pregunto, ¿hay derecho? ¿hay derecho?
Este gobierno tiene sus enemigos. Ciertamente. Muchos de ellos están en la Oposición, pero creo que su peor enemigo está en su propio seno. No se puede hablar de Revolución cuando se toman actitudes de chantaje y al que no sigue los lineamientos se le tilda de traidor ¿Qué es eso? ¿Qué falta de respeto a la inteligencia es esa? No se pueden llamar revolucionarios quienes reivindican los viejos esquemas y no se puede hablar de Revolución mientras esas viejas estructuras adecas existan
Cuando era adolescente solía escuchar de mi amable profesor de Historia que los países se dividían en desarrollados y en vías de desarrollo. Yo me quedaba absorta, imaginándome o que alguien había tapiado las vías o se habían cundido de huecos porque, qué raro, no avanzábamos. Entonces el profesor me llamaba al presente: “Oropeza: entre estos últimos estamos nosotros. Es que uno es bolsa desde que nació. Bueno, sería todo un acontecimiento que el presidente, a quien le gusta tanto sincerar los nombres de la cosas, hablara más bien, como gesto de modestia además, de gobierno en vías de Revolución, de modo que uno no esté esperando que estas criaturas rojas rojitas se comporten como revolucionarios y no se les salga el adeco reprimido que llevan dentro.