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sábado, 14 de marzo de 2009

El ADECO REPRIMIDO


Al Ministerio de Educación le dio por supervisar, por pasar revista como en los cuarteles a ver quién se está portando bien, quién tiene la planificación del lapso completa y está utilizando los verbos adecuados a la hora de redactar los objetivos. No fueron a ver si los muchachos están aburridos de tanta cátedra y hartos de tanto número. No fueron a constatar que a ellos les importa muy poco si Piar se murió en La Grita de un calambre o un rayo le cayó encima. No. Fueron a ver si tanta cátedra y tanto número corresponde al objetivo que el profesor está dando y que debe estar escrito en la planificación. En estos menesteres andan, con cara de pocos amigos y amenazando subliminalmente a los colegas con que, si no les gusta, pueden dejar el cargo que bastante gente graduada en las Misiones está en lista de espera para darle su puesto. Así anda la revolución bonita. Están de supervisión, buscando credenciales, chequeando actitudes “pro activas”; buscando gente comprometida con el proceso educativo revolucionario aunque nadie sepa con qué se come eso. Y como la oferta es que quien cumpla tendrá su credencial como titular del cargo, todo lo que encuentren sirve para amedrentar. Por ello, al principio dijeron que la credencial de 3oo horas, del curso buenísimo que mucha gente hizo en julio y agosto pasado, sacrificando sus vacaciones, valdría 40 puntos del total de 100. ¡Cuarenta puntos! Pero luego entraron “en razón” y dijeron que con este criterio se perjudicaría a otro gran número de personas que no pudimos o no quisimos hacerlo: las vacaciones, en mi caso, son sagradas. Igual el fulano curso fue una pérdida de tiempo pues nunca se implementaron los programas, y eso por una razón: ni ellos mismos sabían lo que estaban haciendo, ni cómo o por dónde comenzar, ni de qué se trataba el asunto ese del nuevo curriculu. Nuestro sistema educativo en general sigue en las mismas condiciones: profesores y maestros impartiendo conocimientos inútiles, para que se memoricen cosas inútiles, se gradúen bachilleres inútiles, estudien carreras inútiles y se inserten adecuadamente en una sociedad que necesita de inútiles que encajen perfectamente, produzcan mucho y hagan más rico al rico y más pobre al pobre. Y de paso garanticemos una Democracia cuyo mayor logro sigue siendo la buenísima oportunidad de votar cada 7 años por otra parranda de inútiles.


No señores, revolucionarios no pueden ser estos con caras de derrière que llegan a supervisar, en primer lugar porque no tienen una súper visión, sino la misma visión de siempre, y en segundo lugar porque lo que existe no es susceptible a supervisión. Si acaso a cierre. Lo que tiene el Estado que supervisar no es al compañero que tiene un sueldo irrisorio con el que medio mantiene su familia, amargándole la vida por el fin de semana porque corre peligro de que los eruditos revolucionarios no lo aprueben el lunes cuando lleguen con sus maletines y saquen los formularios y hagan gestos de general amargado y sabihondo , estilo Jack Nicholson en “Cuestión de honor” Lo que tiene el Estado, este Estado revolucionario, que supervisar, y más que eso, reformar y reformular en serio es un Sistema Educativo obsoleto y cretino, destinado a cercenar el corazón y el cerebro de unas criaturas con potencialidades superiores a cualquiera de esos supervisores malhablados y ridículos.



Cuando los veo llegar me da hasta vergüenza con mis alumnos porque encima de que los estamos estafando, tenemos gente capaz de garantizar que la estafa tenga organización y visos de empresa ordenada. Mi amigo Richard Requena, profesor de matemática y cristiano de paso, se fue a su casa mortificado porque la evaluadora detectó ciertas fallas en su metodología, además de la falta de algunos recaudos (no tenía al día la inasistencia de los muchachos) La compatriota en cuestión, duró dos horas con él, en lo que parecía más bien una corte marcial.

Se me partió el corazón de sólo imaginar a mi colega pidiéndole a Dios por su futuro. ¿Hay derecho? ¿Hay derecho de que una persona noble esté angustiada por sus “fallas” en un país donde Diosdado Cabello ha ocupado ya 7 cargos, en los cuales ha fallado? Porque, si la Supervisora quiere hablar del “deber ser” del profesor Richard o de cualquier otro, tendría que hablarnos también, por ejemplo, del “deber ser” del ciudadano Cabello. Si vamos a hablar de los logros de mi compañero como docente, tendríamos que enumerar los del camarada Diosdado. Y díganme ustedes cuáles son sus logros, háblenme de los éxitos de su gestión, díganme qué es lo que tengo que celebrarle a él; explíquenme porque mi amigo tiene que sentirse amenazado y sentir amenazado su futuro y el de sus hijos y Diosdado camina de lo más feliz por las calles de este mundo.Y vuelvo y pregunto, ¿hay derecho? ¿hay derecho?




Este gobierno tiene sus enemigos. Ciertamente. Muchos de ellos están en la Oposición, pero creo que su peor enemigo está en su propio seno. No se puede hablar de Revolución cuando se toman actitudes de chantaje y al que no sigue los lineamientos se le tilda de traidor ¿Qué es eso? ¿Qué falta de respeto a la inteligencia es esa? No se pueden llamar revolucionarios quienes reivindican los viejos esquemas y no se puede hablar de Revolución mientras esas viejas estructuras adecas existan




Cuando era adolescente solía escuchar de mi amable profesor de Historia que los países se dividían en desarrollados y en vías de desarrollo. Yo me quedaba absorta, imaginándome o que alguien había tapiado las vías o se habían cundido de huecos porque, qué raro, no avanzábamos. Entonces el profesor me llamaba al presente: “Oropeza: entre estos últimos estamos nosotros. Es que uno es bolsa desde que nació. Bueno, sería todo un acontecimiento que el presidente, a quien le gusta tanto sincerar los nombres de la cosas, hablara más bien, como gesto de modestia además, de gobierno en vías de Revolución, de modo que uno no esté esperando que estas criaturas rojas rojitas se comporten como revolucionarios y no se les salga el adeco reprimido que llevan dentro.

martes, 9 de diciembre de 2008

Los locos bajitos



Me gusta mi profesión. Más que “enseñar” disfruto de la experiencia de compartir con estos “locos bajitos” que ven en las fotografías. He trabajado en universidades públicas y privadas y la verdad me pareció frustrante. Pero la experiencia en liceos privados fue, además de frustrante, repugnante. Porque es que no eran cualquiera: eran los más elitescos de la ciudad. Jamás vi tan de cerca el horrible rostro de la gente adinerada y burguesa, de la gente que se cree dueña del mundo y los demás sus vasallos y sirvientes. Pero es bueno que uno viva estas experiencias, que a uno le den esas bofetadas para no olvidar ni por segundos dos cosas: por una parte, que la educación en este país es una porquería, diseñada para crear un ser humano capaz de encajar perfectamente en la dinámica de una sociedad clasista, injusta, alienante y en consecuencia inhumana; y por la otra, que la educación privada es un negocio, un asunto de vender un producto, de hacerle marketing y de complacer el gusto exigente de los clientes.
Crisis educativa aparte, el contacto con los niños de las clases más deprimidas es algo que disfruto enormemente, al grado de sentirme útil, al grado de reconocer la responsabilidad que tengo. Pero además, estos chamos me han devuelto una visión del mundo de la cual uno se aparta a veces porque al paisaje siempre lo disfrazan, esa visión tiene que ver con las profundas (y de toda indole) diferencias de clases que existen en nuestra sociedad.
Esas tan disímiles vivencias, me permiten concluir algo cuyo valor para mi es inconmesurable: mientras los niños ricos dan para cumplir con un requisito e incluso por demostrar su poder adquisitivo, mis niños tienen la natural disposición a dar, a compartir lo que poseen con sus compañeros y hasta con uno a quien tienden a ver como gente que “tiene”. Dan y lo mejor es el estusiasmo que ponen en ello. No es lo que voy a contarles ahora ni el único ni el mejor motivo que tengo para escribir este post. Tengo motivos pa tirá pa arriba, como dice un amigo mío. Pero este me involucra de manera especial:
A finales de octubre los grados a los que les doy clases se reunieron, recogieron dinero y la mamá de una de las niñas hizo una torta gigantesca. Cuando entré al salón esos locos me esperaban con refrescos, chucherías y regalos. Era el día de día de mi cumpleaños. Estos gestos me sorprenden por un lado porque soy una gruñona exigente, y por el otro, porque en sus ojos se lee clarito la sencillez y la humildad aun con fallas de sintaxis. Tengo atesoradas tarjetas que hicieron algunos con hojas de cartulina; una niña me regaló una máscara para las pestañas, otra una franela. Una me llevó una cartera preciosa y otra que tiene el nombre fabuloso de Ana Karina, unos zarcillos. Samuel me regaló un pintalabios, advirtiéndome además, y esto me dio mucha risa, que él cumplía año dos días después. Pero en Samuel se puede entender, porque Samuel lo único que quiere es que uno lo quiera porque él no tiene padres. Y sigo: María Díaz me regaló tres empanadas de queso. No una, ni dos, sino tres porque ya ella me había “amenazado” con darme lo más sabroso que ella se ha comido en el mundo, que son las empanadas de queso que su mamá hace. ¿Hay algo más genuino y más dulce que eso? ¿Con qué gesto yo devuelvo las tres mejores empanadas de queso que me haya comido jamás? ¿Cómo hago yo que no uso pintalabios para no usar el que Samuel me regaló?
Trabajando en otras partes, los niños me habían dado este tipo se sorpresas por cumplir año o porque era Navidad. Pero estas cosas materiales tienen un significado distinto. Tal vez sea por la admiración que me despierta el hecho de que teniendo tan poco, para todo y hasta donde la imaginación les alcanza, ellos resuelven, o porque en lugar de exigir que les den, ellos dan. No sé exactamente cómo definir ese sentimiento. No lo sé.
Esta es María y Naudys.


Pero no fue lo material lo más valioso que recibí, el mejor regalo y suena trillado, fueron los besos y los abrazos de los corazones limpios de esos niños. Eso es: corazones limpios. Pese a la violencia, pese al abandono de quienes tendrían que velar por ellos, pese a las carencias, los más bonitos corazones limpios.
Y bueno disfruté sus voces cantándome el cumpleaños y oyendo sus recomendaciones: profe, deje torta para que lleve a su casa y mire no le dé a Ezequiel ni a José Orlando que ya ellos comieron y déme un pedacito para mi mamá. Con la torta me comí el afecto de mis niños, que algunas veces llegan a la escuela sin comer, que cuando uno les pregunta porqué no has venido a clases en estos días te dicen porque mi mamá enfermó y yo me quedé cuidando a mis hermanitos, o porque unos malandros nos invadieron el rancho y mi mamá no pudo traerme.
Esos niños de mi colegio se han convertido en el mejor termómetro que tengo para medir la calidez de la vida, lo genuino y verdadero. Me han enseñado de todo: desde lingüística hasta política. Es impresionante la capacidad que tienen para inventar palabras, sobre todo malas palabras y si uno les pregunta porqué creen que perdió Mario Silva, te dicen sin más ni más que porque él es malacopa (quieren decir, según supe después, que es sangre pesada, que cae mal)
Mis niños tienen en el rostro los verdaderos rasgos de la gente de este país Y siempre me recuerdan algo que había olvidado en cierta forma: las personas que menos poseen son más dadas a la sonrisa, escuchan con mayor atención, si te hacen cariño puedes jurar que es sincero, si se ofrecen a llevar tus libros lo hacen porque son gentiles, Y cuando dan, dan de corazón. Así sea una cara triste, o una mala respuesta; así sea una sonrisa abierta, un razonamiento brillante (y con orgullo digo que son muy frecuentes) o el paquete de caraotas que me mandó la mamá de uno de mis mejores alumnos, ellos dan sin máscaras.

Hace dos viernes pintamos entre todos la escuela. Más que de pintura, las paredes ahora están vestidas con las caras y las sonrisas, los sueños y las esperanzas de los ”locos bajitos” del colegio.
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Samuel es quien está a mi izquierda. Ya aquí nos habíamos quitado el pastillaje de la torta de cara, cuerpo y cabellos y ya estábamos embriagados de refresco.

lunes, 8 de octubre de 2007

LA LENGUA DE MIS TORMENTOS (Habemus Papam)


Toy contenta: las pectativas del curso fueron cubridas” Los vamos de aquí bien contentos todos”
“Habemos abogados que no creemos en ciertas leyes”

Como muchos saben, la lengua que hablamos hoy día, el español, proviene de la evolución que durante siglos y siglos experimentó el latín vulgar, no el clásico. Las transformaciones, debido a esa evolución, dieron lugar a la formación de 5 lenguas, entre las cuales también están , además del español, el italiano, el francés y el portugués. Es probable que alguna vez las instituciones que rigen el uso del idioma castellano “legalicen” formas del español utilizadas actualmente. Ya de hecho, algunas palabras y expresiones son admitidas por la RAE por ser el resultado del uso masivo de ellas. Así, la palabra “cantinflear” aparece en el diccionario para connotar el hecho por el cual se dicen cosas “sin sentido o disparatadas”. Me han dicho por ahí que hasta una pequeña foto de Cantinflas aparece en tal definición. No me crean. También me han dicho que en la definición de corrupción, aparece la foto de Carlos Andrés Pérez y que en las palabras: filósofo, filántropo, cantante, compositor, estratega, educador, científico, político, sociólogo, antropólogo, juez y beisbolista aparece la foto de Chávez. Pero, insisto, no me crean, deben ser vainas de la gente.
Uno no se convierte en policía ni en juez cuando adquiere la licencia para enseñar gramática castellana y literatura, pero sin duda cuando se leen o se oyen expresiones tales como las citadas al principio, lo menos que le puede ocurrir es que se le retuerzan a uno las entrañas, o por lo menos el intestino grueso, sobre todo si provienen de personas que ostentan un título universitario y de paso un cargo público. El primer entrecomillado, pertenece a nada más y nada menos que a la Directora Pedagógica de los planteles públicos del circuito tal, quien es la facilitadota de los cursos “buenísimos” de actualización docente que estamos recibiendo desde agosto pasado los docentes de ese circuito. Es decir, ella es la Coordinadora de las coordinadoras pedagógicas de cada plantel. Siendo así y reconocida su autoridad, cómo hago para aceptarle a ella cualquier cosa, desde la simple receta de la chicha andina hasta las bases ideológicas educativas del Socialismo del Siglo XXI para lo que fue en definitiva destinada?
La segunda cita, corresponde a las palabras de un abogado de la República. No me quiero ni imaginar el documento legal, por el cual se esté solicitando la ex carcelación de un individuo, redactado por este señor, pues ese documento debe ser un agravio, un atentado a las normas ortográficas y sintácticas del idioma. ¿Habemos abogados? Será que este abogado confundió el significado de Habemus Papam? O sea, abogado es igual a Cardenal Protodiánico único encargado de decirle al mundo algo y no “persona legalmente autorizada para defender en juicio los derechos o intereses de los litigantes”???
“O inventamos o erramos” fueron palabras de Simón Rodríguez que encierran una verdad sobre la cual se han cimentado las bases de muchas orientaciones sociales, educativas y pedagógicas. Y lo fueron por dos razones: una, la trascendencia histórica del personaje y la otra porque esa verdad fue escrita haciendo un uso decente de la lengua. De haber escrito: “Oh!!! Inbentamos o herramos” la historia fuera otra. Porque de “O inventamos o le ponemos herraduras a los caballos” a “O inventamos, innovamos, o estaremos destinados al fracaso” el susto es grande aun teniendo en cuenta que en la época el Oh! era de uso cotidiano, vale decir, el equivalente en el lenguaje ordinario actual a un coño!!! (en el Zulia a un Verga!!!)
Alguien cuyo nombre no recuerdo escribió: “quien habla bien tiene el poder, quien habla bien casi siempre tiene la razón” No voy tan lejos. Puede que esta señora tenga la razón, pero yo no le creo, porque sencillamente el idioma que está utilizando es un idioma mutilado por la ignorancia y la desidia. Quien representa una autoridad, llámese prefecto, maestro, jefe del partido Primero Justicia, gobernador o coordinadora pedagógica del distrito escolar tal, debe por lo menos hacernos creer que ocupa ese puesto por algo más que pertenecer al partido. Debe hacernos creer incluso, que ella fue a una Universidad y que por lo menos ese hecho fue mérito suficiente para calificar para el cargo. De otra manera yo no hago ni este ni ningún otro cursito buenísimo del Ministerio, porque, Oh!! mis intestinos y mis oídos son sagrados, caramba!!!